“La alegría
del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se
encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son
liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del
aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría.”
“¡El dinero
debe servir y no gobernar! El Papa ama a todos, ricos y pobres, pero
tiene la obligación, en nombre de Cristo, de recordar que los ricos deben
ayudar a los pobres, respetarlos, promocionarlos. Os exhorto a la
solidaridad desinteresada y a una vuelta de la economía y las finanzas a
una ética en favor del ser humano”
“Cada uno de
los bautizados, cualquiera que sea su función en la Iglesia y el grado de
ilustración de su fe, es un agente evangelizador, y sería inadecuado pensar en
un esquema de evangelización llevado adelante por actores calificados donde el
resto del pueblo fiel sea sólo receptivo de sus acciones. La nueva
evangelización debe implicar un nuevo protagonismo de cada uno de los bautizados
[…] no es indispensable imponer una
determinada forma cultural, por más bella y antigua que sea, junto
con la propuesta del Evangelio. El mensaje que anunciamos siempre tiene
algún ropaje cultural, pero a veces en la Iglesia caemos en la
vanidosa sacralización de la propia cultura, con lo cual podemos mostrar
más fanatismo que auténtico fervor evangelizador”
“La
necesidad de resolver las causas estructurales de la pobreza no puede esperar,
no solo por una exigencia pragmática de obtener resultados y de ordenar la
sociedad, sino para sanarla de una enfermedad que la vuelve frágil e indigna y
que solo podrá llevarla a nuevas crisis”
“Hay que
reconocerse a sí mismo como marcado a fuego por esa misión de iluminar,
bendecir, vivificar, levantar, sanar, liberar. Allí aparece la enfermera de
alma, el docente de alma, el político de alma, esos que han decidido a fondo
ser con los demás y para los demás. Pero si uno separa la tarea por una parte y
la propia privacidad por otra, todo se vuelve gris y estará permanentemente
buscando reconocimientos o defendiendo sus propias necesidades”
“Hay un
estilo mariano en la actividad evangelizadora de la Iglesia. Porque cada vez
que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del
cariño. En ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los
débiles sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a otros para sentirse
importantes”
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