miércoles, 27 de junio de 2012

►Diga NO a Melinda Gates. ¡Firme la petición!



Estimado Amigo: 

En tan solo unas pocas semanas, la multimillonaria Melinda Gates patrocinará una Cumbre de Planificación Familiar en Londres. Lo hará con los mayores proveedores y promotores de aborto del mundo: el Fondo de Población de la ONU y la International Planned Parenthood Federation (Federación Internacional de Planificación de la Familia).

Dicen que quieren reunir 120 mil millones de dólares para promover la anticoncepción entre las mujeres pobres. No existe otro nombre para esto que no sea control demográfico.

Hemos intentado conseguir la inscripción de personas provida en esta cumbre, para que haya una voz opuesta.

            ¡PERO PLANNED PARENTHOOD NOS ESTÁ NEGANDO EL INGRESO!

Aunque nuestras voces sean rechazadas, no nos silenciarán.

Le pido que lea la CARTA ABIERTA A MELINDA GATES, y si usted está de acuerdo con que esta es una conferencia peligrosa y con que no debería negarse el ingreso a los provida, ¡firme la petición!

¡¡¡Por favor, no lo ignores!!!

RECUERDA




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Estimada Sra. Gates:

Le escribimos de todo el mundo. Somos madres y padres, hermanas y hermanos, primas y primos, tías y tíos, abuelas y abuelos.

Somos estudiantes, maestros, médicos, abogados, agricultores, trabajadores, parlamentarios y formuladores de políticas; ricos, pobres y de clase media. Somos gente de todo tipo.

Estamos profundamente preocupados por la próxima Cumbre de Planificación Familiar. Los principales socios de la Fundación Gates son ONG y gobiernos que participan activamente en campañas de aborto y control demográfico. El propósito de la Cumbre es lanzar una campaña mundial para presionar a los gobiernos a que alienten a las mujeres a ver a los hijos como cargas y como algo prescindible.

En primer lugar, entendemos que la participación en la cumbre está limitada sólo a quienes hacen campaña por un mayor financiamiento de la planificación familiar. Nos preguntamos si ustedes dialogarán con aquellos que puedan tener otra visión.

Usted afirma que mujeres de todo el mundo le dicen que quieren la anticoncepción. Quizás sea porque la gente que la rodea está dedicada a ella y al aborto. Su cumbre está organizada por (y, limitada a) defensores del aborto y del control demográfico.

En segundo lugar, entendemos que la Federación Internacional de Planificación de la Familia está movilizando la participación de la sociedad civil. Usted dijo concretamente en su discurso en TED que esta iniciativa no tendría nada que ver con el aborto. Nos preguntamos cómo puede ser esto si su principal socio es el mayor proveedor mundial de aborto.

En tercer lugar, tememos que un esfuerzo global de este tipo conduzca inevitablemente a abusos. Siempre que los gobiernos y las ONG se reúnen para alentar a las mujeres pobres a que empleen métodos anticonceptivos, el resultado es coacción y abuso. De hecho, todos sus socios de la Cumbre (el Departamento de Desarrollo Internacional del Reino Unido, la IPPF y el Fondo de Población) han estado implicados en abusos contra mujeres relacionados con la planificación familiar.

¿Escuchará las voces de mujeres y de hombres que aman y quieren hijos, o las de quienes han sido víctimas de campañas a favor de la anticoncepción, del aborto y del control demográfico? ¿Invitará a debatir sobre las consecuencias de no tener hijos o de tener demasiado pocos? ¿Igualará o superará esta Cumbre con el apoyo a programas de nacimiento positivos?

La instamos a reconsiderar la Cumbre de Planificación Familiar.

La instamos a considerar que esta misión está cargada de peligros y que puede no ser lo que las mujeres del mundo realmente necesitan.

¡La instamos a escuchar nuestras voces (somos cientos de millones)! 

Cordialmente.

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Esperamos reunir 100.000 firmas de todo el mundo. Las entregaremos personalmente en la sede de la Fundación Bill y Melinda Gates en Seattle, Washington.

Por favor, lea la CARTA ABIERTA A MELINDA GATES, fírmela y luego envíe este correo electrónico a toda su libreta de direcciones. La única forma de que esto sea efectivo es que este correo y la petición se propaguen como un virus en internet.

Entonces, ayúdenos a decir NO a Melinda Gates. No al aborto. No a las agrupaciones abortistas. No a la planificación familiar forzada.

Firme la CARTA ABIERTA A MELINDA GATES y envíe este correo electrónico a toda su familia y a todos sus amigos, a TODA SU LIBRETA DE DIRECCIONES.

¡Enviaremos todas las firmas a la oficina de Melinda Gates en tres semanas!



Austin Ruse
Presidente
C-FAM
New York/Washington DC

P.D.: El tiempo se está agotando. La Cumbre de Planificación Familiar se reunirá en Londres el 11 de julio.



© Copyright 2012. Permiso autorizado para el uso ilimitado. Crédito requerido. 

Catholic Family and Human Rights Institute


martes, 26 de junio de 2012

►Los católicos ante el Aborto



¿Qué entiende la Iglesia por aborto?

La Iglesia Católica entiende por aborto la muerte provocada del feto, realizada por cualquier método y en cualquier momento del embarazo desde el instante mismo de la concepción. Así ha sido declarado el 23 de mayo de 1 988 por la Comisión para la Interpretación Auténtica del Código de Derecho Canónico.

La cuestión del aborto provocado, ¿es sólo un problema científico, político o social?

Ciertamente, no. Esta cuestión es, desde luego, un problema científico, político y social grave. Pero también es, y en gran medida, un serio problema moral para cualquiera, sea o no creyente.

¿Tenemos los católicos obligaciones adicionales acerca de la cuestión del aborto, respecto de los no católicos o no creyentes?

Todo hombre y toda mujer, si no quieren negar la realidad de las cosas y defienden la vida y la dignidad humanas, han de procurar por todos los medios lícitos a su alcance que las leyes no permitan la muerte violenta de seres inocentes e indefensos. Pero los cristianos, entre los que nos contamos los católicos, sabemos que la dignidad de la persona humana tiene su más profundo fundamento en el hecho de ser hijos de Dios y hermanos de Jesucristo, que quiso ser hombre por amor a todos y cada uno de nosotros.

Por eso los católicos, si vivimos nuestra fe, valoramos en toda su dimensión el drama terrible del aborto como un atentado contra esta dignidad sagrada. Más que de obligaciones adicionales, pues, habría que hablar de una más profunda y plena comprensión del valor de la persona humana, gracias a nuestra fe, como fundamento para nuestra actitud en favor de la vida, ya que sabemos que el olvido de Dios lleva con más facilidad al olvido de la dignidad humana.

Como católica, ¿en qué incurre una persona que realiza o consiente que le realicen un aborto?

Quien consiente y deliberadamente practica un aborto, acepta que se lo practiquen o presta una colaboración indispensable a su realización, incurre en una culpa moral y en una pena canónica, es decir, comete un pecado y un delito.

¿En qué consiste la culpa moral?

La culpa moral es un pecado grave contra el valor sagrado de la vida humana. El quinto Mandamiento ordena no matar. Es un pecado excepcionalmente grave, porque la víctima es inocente e indefensa y su muerte es causada precisamente por quienes tienen una especial obligación de velar por su vida.

Además, hay que tener en cuenta que al niño abortado se le priva del Sacramento del Bautismo.

¿Qué es una pena canónica?

La pena canónica es una sanción que la Iglesia impone a algunas conductas particularmente relevantes, y que está establecida en el Código de Derecho Canónico, vigente para todos los católicos.

¿En qué pena canónica incurre quien procura un aborto?

El que procura un aborto, si sabe que la Iglesia lo castiga de este modo riguroso, queda excomulgado. El Canon 1398 dice: "Quien procura un aborto, si éste se produce, incurre en excomunión Latae sententiae"

Por otra parte, el Canon 1041 establece que el que procura un aborto, si éste se consuma, así como los que hayan cooperado positivamente, incurre en irregularidad, que es el impedimento perpetuo para recibir órdenes sagradas.

¿Qué quiere decir incurrir en excomunión?

Significa que un católico queda privado de recibir los Sacramentos mientras no le sea levantada la pena: no se puede confesar válidamente, no puede acercarse a comulgar, no se puede casar por la Iglesia, etc. El excomulgado queda también privado de desempeñar cargos en la organización de la Iglesia.

¿Qué quiere decir que una excomunión es Latae sententiae?

Con esta expresión se quiere decir que el que incurre en ella queda excomulgado automáticamente, sin necesidad de que ninguna autoridad de la Iglesia lo declare para su caso concreto de manera expresa.

¿Significa algo especial la frase "si éste -el aborto- se produce"?

Sí. Quiere decir que, para que se produzca la pena de excomunión, el aborto debe consumarse, es decir, el hijo ha de morir como consecuencia del aborto. Si, por cualquier circunstancia, el aborto no llega a consumarse, no se producirá la excomunión, aunque se dará el pecado.

En el caso del aborto, ¿quiénes incurren en la pena de excomunión?

Si se dan las condiciones que configuran la pena de excomunión, en este caso quedan excomulgados, además de la mujer que aborta voluntariamente, todos los que han prestado colaboración indispensable a que se cometa el aborto: quienes lo practican, quienes los ayudan de modo que sin esa ayuda no se hubiera producido el aborto, etc.

¿Qué razón de ser tiene que el aborto está condenado por una pena canónica tan grave como es la excomunión?

La razón de ser de esta norma es proteger -también de esta manera, no sólo con la catequesis y la recta formación de la conciencia- la vida del hijo desde el instante mismo de la concepción, porque la Iglesia se da cuenta de que la frágil vida de los hijos en el seno materno depende decisivamente de la actitud de los más cercanos, que son, además, quienes tienen más directa y especial obligación de protegerla: padres, médico, etc. Luego, cuando el niño nazca, estará ya además protegido de alguna manera por la sociedad misma.

La Iglesia ha entendido siempre que el aborto provocado es uno de los peores crímenes desde el punto de vista moral. El Concilio Vaticano II dice a este respecto: "Dios, Señor de la vida, ha confiado a los hombres la insigne misión de proteger la vida, que se ha de llevar a cabo de un modo digno del hombre. Por ello, la vida ya concebida ha de ser salvaguardada con extremados cuidados; el aborto y el infanticidio son crímenes abominables" (Const. "Gaudium et Spes").

Pero ya que en los últimos años cada vez hay más Estados que permiten el aborto, ¿no habría sido un gesto de benevolencia de la Iglesia el haber mitigado las penas para los católicos que aborten?

La Iglesia pudo haber cambiado, en la última y profunda revisión del Código de Derecho Canónico culminada en 1983, la pena de excomunión que pesa sobre los que procuran conscientemente un aborto, pero no lo hizo así precisamente porque en las últimas décadas se ha producido en todo el mundo una acusada relajación de la sensibilidad de las gentes (y también de muchos creyentes) hacia este crimen. Y si bien esta mayor laxitud social, que ejerce una presión cierta sobre las conciencias, puede disminuir la gravedad del delito en algunos casos, una atenuación de la pena habría suscitado, inevitablemente, la errónea idea de que la Iglesia considera hoy el aborto provocado como menos grave que antes, cuando, evidentemente, no es así.

La Iglesia es Madre y Maestra; como Madre, es lenta para la ira y fácil para el perdón, pero como Maestra no puede desvirtuar el depósito de la doctrina legado por Dios, y no puede decir que está bien lo que está mal, ni puede dar pie a que nadie suponga que actúa de esta manera.

¿Puede suceder que alguna persona consienta o colabore en un aborto y no incurra en excomunión?

Sí. Dado que en Derecho Canónico no existe delito si no hay pecado grave, hay circunstancias en las que no se incurre en esta pena, que requiere plena imputabilidad. Por ejemplo, no quedan excomulgados los que procuran un aborto si ignoran que se castiga con la excomunión; los que no tengan conciencia de que abortar voluntariamente es pecado mortal; los que han intervenido en un aborto forzados con violencia irresistible contra su voluntad o por miedo grave; los menores de edad...; en general, los que han obrado sin plena advertencia y pleno consentimiento.

En el caso de que un médico (o un anestesista o una enfermera), por no estar dispuesto a realizar este tipo de intervenciones, fuese despedido y padecieran necesidad él y su familia, ¿podría colaborar?

Nunca se puede colaborar de modo positivo en la comisión de un acto que va contra la ley de Dios, que hay que obedecer antes que a la ley de los hombres. El católico que se halla en esta situación tiene la obligación grave de ampararse en el derecho a la objeción de conciencia, aunque esta actitud pueda acarrearle represalias.

El profesional sanitario cristiano ha de tener presente, además, que si es conocida su condición de creyente puede provocar un grave escándalo si colabora a la práctica de abortos.

Si los familiares de ese profesional son también cristianos, tienen la responsabilidad humana y moral de ayudarle a sobrellevar las dificultades, apoyarle en sus decisiones y hacer causa común con él en esos momentos de tribulación. Y esta responsabilidad alcanza también a sus amigos y colegas, si son cristianos y quieren vivir auténticamente su fe, así como a los miembros de la comunidad católica en que el profesional sanitario se desenvuelva.

¿Y qué ha de hacer el resto de las personas que trabajan en un hospital donde se practican habitualmente abortos?

Esas personas han de poner todos los medios lícitos a su alcance para que se dejen de practicar abortos. En cualquier caso, han de negar su colaboración directa a esas acciones.

¿No es la doctrina católica sobre el aborto una dura doctrina, que muy pocos podrán seguir?

Casi con estas mismas palabras replicaron los contemporáneos de Jesús cuando oyeren su predicación. Y el mismo Jesús nos dijo que hay que seguir el sendero estrecho para llegar al Reino de los Cielos. Seguir a Cristo en Su Iglesia no es fácil, pero con la Gracia de Dios se allana el camino y se superan las dificultades, por grandes que parezcan. También nos dijo Jesús que fuéramos a Él con confianza, y Él nos aliviaría de nuestras angustias.

La doctrina católica sobre el aborto no proviene de la voluntad de la autoridad eclesiástica, sino que está fundamentada en lo más profundo de la naturaleza de las cosas queridas por Dios, que se expresa en la Ley que Él nos ha dado a conocer, y que la Iglesia tiene la misión de transmitir. Pero la Iglesia cumple también con su deber siendo el ámbito en que los cristianos pueden fortalecer mejor su fe y ser ayudados y estimulados a vivir más intensamente su vida cristiana.

¿Cómo puede levantarse una excomunión, tras haber colaborado en un aborto consumado?

Si un católico se encuentra en esta situación, debe acudir al obispo o al sacerdote en quien éste delegue. En la práctica, puede dirigirse a cualquier sacerdote, que le indicará lo que debe hacer.

¿Tienen los católicos, además de la obligación grave de no colaborar en ningún aborto provocado, otras obligaciones en esta materia?

Todos los católicos estamos llamados a una vida plena, es decir, a la santidad, y a contribuir activamente a la extensión del Reino de Dios en la tierra llevando el Evangelio hasta el último rincón del mundo. Si todo miembro responsable de una sociedad que se proclama civilizada tiene el deber de defender la vida y la dignidad humanas, por muchas más razones los católicos hemos de asumir esta tarea.

¿Cómo se puede hacer esto, en el caso del aborto?

El lograr que en una sociedad se respete el derecho a la vida es responsabilidad de todos en su actividad cotidiana, pues todos, con el ejemplo de su conducta, sus palabras, sus escritos, sus opiniones, su voto, la educación de sus hijos, etc., influyen en lo que se piensa, en cómo se vive Y en lo que se legisla.

Ciertamente, un papel importante corresponde a políticos, educadores y responsables de medios de Comunicación social, por la repercusión que sus palabras o sus acciones tienen en la colectividad; pero ellos, al tiempo que influyen sobre la sociedad, son influidos a su vez también por ella.

¿Qué puede hacer para influir en esta materia un cristiano corriente, un ciudadano normal que ni sale en la televisión, ni habla desde una cátedra o una tribuna pública?

Lo primero que cada uno puede y debe hacer para afirmar la vida es vivir con la conciencia de su dignidad. Sólo afirmaremos la vida de otros si nosotros percibimos la nuestra en toda su grandeza y si nuestra conducta es coherente con nuestra convicción. El ejemplo de Jesús, tomando en serio a cada una de las personas que se encontraba, debe servirnos para que todos los que se crucen en nuestra vida se sientan valorados y tenidos en cuenta como seres únicos. Una afirmación así de la vida personal en nuestras experiencias cotidianas hará posible que surja, naturalmente, la estima por todos y cada uno de los seres humanos, también los concebidos y no nacidos. Pero junto a esta actitud general, caben muchas maneras concretas de trabajar específicamente en favor de la vida:

Rogando al Señor por los legisladores y los dirigentes sociales en general, para que sepan comprender que los hijos concebidos y no nacidos son los más inocentes y los más indefensos miembros de, nuestra sociedad, y que, como ha dicho repetidamente el Papa Juan Pablo li, nunca se puede legitimar la muerte de un inocente.

No despreciando el valor moral del dolor y del sacrificio, cuyo rechazo lleva a justificar cualquier intento de acabar con lo que se cree que son sus causas, incluidos los ancianos o enfermos inútiles, los deficientes que son una carga o los nuevos hijos que pueden complicar la vida o disminuir el bienestar de la familia.

Acogiendo y ayudando, también económicamente, a quienes, por razón de su maternidad, se encuentran en situaciones difíciles.

Recibiendo con alegría, por duro que pueda ser, al nuevo hijo enfermo o deficiente que llegue a la familia, como una bendición de Dios. Es ejemplar el testimonio de numerosísimos padres cristianos en este sentido.

Reaccionando positivamente ante escritos públicos o programas audiovisuales que defiendan la vida humana, y críticamente ante los que la ataquen.

Orientando el voto hacia las alternativas que merezcan más confianza por sus actitudes ante la vida en general, y ante la cuestión del aborto provocado en particular.

Informando a quienes nos rodean, con caridad, pero con firmeza y claridad, de la realidad del hijo no nacido y de la importancia de defender su derecho a vivir.

Los médicos, en especial los ginecólogos, y otros profesionales sanitarios, empleando los medios técnicos que permiten que una madre vea en una ecografía, con sus propios ojos, al hijo en sus entrañas, moviéndose, nadando, chupándose el dedo. Se ha dicho que si el vientre de las madres fuera transparente, muchos verían la cuestión del aborto provocado de otra manera.

Son sólo algunos ejemplos que puedan dar idea del enorme campo que un cristiano tiene ante sí en relación con este gravísimo problema.

¿Es razonable pensar que un día la vida y la dignidad humanas se respetarán desde la concepción hasta la muerte?

No es posible contestar rotundamente a esta cuestión, pero hacia este objetivo deben encaminarse los esfuerzos de todos los que aspiran a un mundo justo. Las agresiones a la vida humana, especialmente de los inocentes, han tenido siempre en la historia consecuencias dramáticas. Los cristianos sabemos que cuando las personas y las colectividades han reconocido a Jesucristo, este reconocimiento ha supuesto una afirmación de la vida sin parangón con cualquier otra cultura. Por eso debemos empeñarnos en la extensión de la presencia de Cristo en la sociedad, porque de este modo los hombres reconocerán su propia grandeza y podrán vivir con una nueva conciencia propia dignidad. Con el auxilio de Jesús y de su madre, que lo concibió en su seno, y con el ejemplo nuestra propia vida, será posible trabajar mejor en defensa de este ideal.

Fuente: "EL ABORTO"
100 CUESTIONES Y RESPUESTAS SOBRE LA DEFENSA DE LA VIDA HUMANA
Y LA ACTITUD DE LOS CATÓLICOS
Conferencia Episcopal Española
Comité para la Defensa de la Vida
Madrid, 25 de marzo de 1991

►Testimonio sobre el aborto









lunes, 25 de junio de 2012

►Testamento del Dr. Bernard Nathanson



1090) EL TESTAMENTO DEL DR. NATHANSON. Fuentes: National Catholic Register, 21-02-11; Parliamentary Network for Critical Issues (PNCI), 21-02-11.

Como legalizar el crimen del aborto:

Hacerse con los medios de comunicación; falsificar estadisticas; jugar la carta del anticatolicismo; ignorar la evidencia científica.

El pasado 21 de febrero, fallecio Bernard Nathanson, el médico que de “rey del aborto”, como se lo llamó, se convirtió en uno de los mas importantes defensores de la vida humana desde la concepción.

Su cambio radical de médico abortero a médico pro-vida, se concretó a través de evidencias cientificas. “Como científico no creo, yo se y conozco que la vida humana comienza en la concepción”, escribió en 1992.

Se reconoció como responsable directo de la muerte de 75.000 niños no-nacidos. Abandonó la industria del abominable crimen del aborto en 1979. Su testimonio, especialmente a través de dos películas, “El Grito Silencioso” (1984) y “El eclipse de la razón” (1987) y de su autobiografia “La Mano de Dios” (1996), es capital para el esclarecimiento y la promoción de la defensa de la vida del niño no-nacido en todo el mundo.

En 1992, escribió una carta pública que constituye un testimonio excepcional y una advertencia a tener muy en cuenta, sobre todo en los paises que sufren la presión abortista para legalizar el crimen abominable del aborto.

En 1996, el Dr. Nathanson, judio de nacimiento, fue bautizado en la Iglesia Católica por el Cardenal John O’Connor, en la catedral de San Patricio de Nueva York, en la fiesta de la Inmaculada Concepción.

Carta abierta del Dr. Bernard Nathanson (1992):

“Soy responsable directo de 75.000 abortos, lo que me empuja a dirigirme al público poseyendo credibilidad sobre la materia.

Fui uno de los fundadores de la Asociacion Nacional para Revocar las Leyes sobre el Aborto en los Estados Unidos, en 1968. Entonces una encuesta veraz hubiera establecido el hecho de que la mayoria de los norteamericanos estaban en contra de leyes permisivas sobre el aborto. No obstante, a los 5 años conseguimos que la Corte Suprema legalizara el aborto, en 1973.  Como lo conseguimos? Es importante conocer las tacticas que utilizamos, pues con pequeñas diferencias se repitieron con exito en el mundo Occidental.

Nuestro primer gran logro fue hacernos con los medios de comunicacion; les convencimos de que la causa proaborto favorecia un avanzado liberalismo y sabiendo que en encuestas veraces seriamos derrotados, amañamos los resultados con encuestas inventadas y las publicamos en los medios; segun ellas el 60% de los norteamericanos era favorable a la implantacion de leyes permisivas de aborto. Fue la tactica de exaltar la propia mentira y asi conseguimos un apoyo suficiente, basado en numeros falsos sobre los abortos ilegales que se producian anualmente en USA. Esta cifra era de 100.000 (cien mil) aproximadamente, pero la que reiteradamente dimos a los medios de comunicacion fue de 1.000.000 (un millon). Y una mentira lo suficientemente reiterada, la opinion publica la hace verdad.

El número de mujeres que morian anualmente por abortos ilegales oscilaba entre 200 y 250, pero la cifra que continuamente repetian los medios era 10.000 (diez mil), y a pesar de su falsedad fue admitida por muchos norteamericanas convenciendoles de la necesidad de cambiar las leyes sobre el aborto.

Otro mito que extendimos entre el publico, es que el cambio de las leyes solamente implicaria que los abortos que se practicaban ilegalmente, pasarian a ser legales. Pero la verdad es que actualmente, el aborto es el principal medio para controlar la natalidad en USA. Y el numero de anual de abortos se ha incrementado en un 1500%, 15 veces mas.

La segunda tactica fundamental fue jugar la carta del anticatolicismo.

Vilipendiamos sistematicamente a la Iglesia Católica, calificando sus ideas sociales de retrogradas; y atribuimos a sus Jerarquias el papel del "malvado" principal entre los opositores al aborto permisivo. Lo resaltamos incesantemente. Los medios reiteraban que la oposicion al aborto procedia de dichas Jerarquias, no del pueblo catolico; y una vez mas, falsas encuestas "probaban" reiteradamente que la mayoria de los catolicos deseaban la reforma de las leyes antiaborto. Y los tambores de los medios persuadieron al pueblo americano de que cualquier oposicion al aborto tenia su origen en la Jerarquia Catolica y que los católicos proaborto eran los inteligentes y progresistas. El hecho de que grupos cristianos no catolicos, y aun ateos, se declarasen pro-vida, fue constantemente silenciado.

La tercera táctica fundamental fue denigrar o ignorar, cualquier evidencia cientifica de que la vida comienza con la concepcion.

Frecuentemente me preguntan que es lo que me hizo cambiar.  Como pase de ser un destacado abortista a un abogado pro-vida? En 1973 llegue a ser Director de Obstetricia en un gran Hospital de la ciudad de Nueva York, y tuve que iniciar una unidad de investigacion perinatal; era el comienzo de una nueva tecnologia que ahora utilizamos diariamente para estudiar el feto en el utero materno. Un tipico argumento pro aborto es aducir la imposibilidad de definir cuando comienza el principio de la vida, afirmando que ello es un problema teologico o filosofico, no cientifico.

Pero la fetologia demuestra la evidencia de que la vida comienza en la concepcion y requiere toda la proteccion de que gozamos cualquiera de nosotros.

Ud. podria preguntar:  Entonces, por que algunos doctores, conocedores de la fetologia, se desacreditan practicando abortos?

Cuestion de aritmetica: a 300 dolares cada uno, un millon quinientos cincuenta mil (1.550.000) abortos en los Estados Unidos, implican una industria que produce 500 millones de dolares anualmente. De los cuales, la mayor parte van a los bolsillos de los doctores que practican el aborto.

Es un hecho claro que el aborto voluntario es una premeditada destruccion de vidas humanas. Es un acto de mortifera violencia. Debe de reconocerse que un embarazo inesperado plantea graves y dificiles problemas. Pero acudir para solucionarlo a un deliberado acto de destruccion supone podar la capacidad de recursos de los seres humanos; y, en el orden social, subordinar el bien publico a una respuesta utilitarista.

Como cientifico no creo, yo se y conozco que la vida humana comienza en la concepcion. Y aunque no soy de una religion determinada, creo con todo mi corazon que existe una divinidad que nos ordena finalizar para siempre este infinitamente triste y vergonzoso crimen contra la humanidad”.

Dr. Bernad Nathanson

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La misma carta con otros extractos

La Conversión Científica de Bernard Nathanson"El Rey del Aborto" defiende ahora el derecho a la vida del feto. Después de ser uno de los principales promotores de la legislación del aborto en los EstadosUnidos, hasta el punto de ser conocido en Nueva York como "el rey del aborto", el Dr. BernardNathanson experimentó un cambio radical. El conocimiento de los avances médicos que demuestran la existencia de una vida humana en el feto le abrió los ojos. Un hombre que ha realizado personalmente casi cinco mil abortos, afirma ahora: "Dramáticamente tengo que reconocer que el feto no es un trozo de carne: es un paciente". 

I. Una amiga embarazada: 

 Mi interés por el aborto comenzó a raíz de mi paso por la Facultad de Medicina y de la experiencia,casi obligada, de tener una amiga que quedó embarazada. En aquella época era casi imposible obtener un aborto; finalmente lo logramos, pero el sujeto que lo realizó era un charlatán que por poco la mató. Después siguieron algunos años de práctica en obstetricia y ginecología ocho años, para ser exacto. Fue entonces cuando se despertó en mí una gran sensibilidad por lo penoso de la situación de aquellas mujeres que se exponían a lesiones graves e, incluso, a la muerte, en los abortos practicados clandestinamente. Y en el período siguiente, de 1957 a 1967, ejerciendo ya como médico, me reafirmé en mi creencia de que era necesario cambiar las leyes que prohibían el aborto, por considerarlas restrictivas e injustas.

II. El éxito de una campaña propagandística

Así que en 1968 organicé un grupo llamado Asociación Nacional para la Renovación de las Leyes del Aborto. A nuestros contrincantes los cogimos durmiendo. En esta organización, que unió todas las fuerzas que había entonces en pro del aborto, ideamos una serie de tácticas para nuestra campaña. Le dijimos al público que de diez a quince mil mujeres morían cada año debido a losabortos clandestinos. De hecho, sabíamos por nuestras investigaciones que el número era másbien de doscientas o trescientas. Inventamos también lemas sumamente persuasivos y agresivos,como "la mujer tiene derecho al dominio de su propio cuerpo", "libertad de elección", "la conspiración católica" y otros similares.  Tuvimos un éxito extraordinario. Trabajamos con un presupuesto de siete u ocho mil dólares anuales, echamos por tierra la ley en el Estado de Nueva York en dos años. Gracias a una telaraña de mentiras y calculada intriga, logramos tener, por vez primera en Estados Unidos, una ley que permitía absolutamente el aborto. Hicimos de Nueva York la capital del aborto en el país, mientras que mis colegas me calificaban en la prensa como el "rey del aborto". Por supuesto, no nos consideramos satisfechos simplemente como haber logrado la despenalización del aborto. Aspirábamos a poner en marcha toda una operación masiva, que permitiera a cualquier mujer – también a las pobres- obtener un aborto barato, rápido y seguro. Y establecimos una clínica bajo elnombre de Centro de Salud Sexual y la Reproducción, un eufemismo bastante bueno para lo que a fin de cuantas se convirtió en matadero. Durante la época en que fui director de la clínica sepracticaron 60,000 abortos, aproximadamente 120 diarios.Yo mismo, personalmente, he realizado cerca de cinco mil abortos a lo largo de mi vida. La clínica generaba ingresos de cinco millones de dólares anuales. De hecho, entonces era la única instalación de ese tipo. De 1970 a 1972, atraíamos a mujeres de la mitad Este de los Estados Unidos, y jamás volverá a darse una experiencia tan concentrada en un solo punto, ya que la sentencia de Tribunal Supremo (en 1973) levantó las restricciones al aborto en todos los Estados.

III. El ataque contra la iglesia CatólicaOtra táctica muy importante fue presentar la oposición al aborto como injerencia de la iglesiaCatólica.

 No se trataba de fustigar al Papa porque el centrar la atención en un solo hombre podría despertar una reacción de simpatía. Desechemos también condenar a todos los católicos porque esto diluiría el tema demasiado. Además, íbamos a necesitar algunas mujeres católicas para llevarlas al frente, como escudo, para que dijeran que estaban a favor del aborto. Y así lo hicimos. Por eso concentraremos el ataque en los obispos y altas jerarquías, un grupo lo suficientemente reducido para que absorbiera el castigo y lo bastante amplio para que fuera obvio. Ahora pienso que si en la propaganda de aquellos años, en la que arremetíamos contra la Iglesia Católica, hubiéramos sustituido la palabra "católica" por la palabra "negro" la opinión pública nos hubiera aplastado. Pero entonces se había puesto de moda fustigar a la Iglesia Católica, y nos aprovechamos de ello. Para que un lema sea eficaz debe esgrimirse un argumento. En este caso, el de que la Iglesia no debe inmiscuirse en los asuntos del Estado. Sin embargo, todos sabemos que Martín Luther King era un ministro protestante y llevó a cabo una de las revoluciones sociales más profundas en los Estados Unidos. También recordaremos que algunas de las personas más activas en la abolición de la esclavitud en Boston fueron miembros del clero. También escucharán ustedes que el aborto es un problema médico, que debe dejarse en manos de los doctores. Pero el que el aborto sea una técnica médica no lo convierte en un problema médico, del mismo modo que la pena de muerte no es un asunto de los ingenieros electricistas por el hecho de que se use la silla eléctrica. Cada año se practican en Estados Unidos 1,300.000 abortos, a un promedio de 350 dólares por aborto,hacen 500 millones de dólares anuales, que van a parar a los bolsillos de los médicos y de los responsables de las clínicas. Dejar una cuestión como la del aborto en manos de los más interesados en ella económicamente es locura e irresponsabilidad. 

IV. La farsa del aborto terapéutico

También tenemos bastantes experiencias en Nueva York sobre los comités del "aborto terapéutico", cuando antes de 1970 el aborto sólo era posible por necesidad médica. Estos comités, formados por tres doctores en cada hospital, dictaminaban sobre la validez de cada solicitud de aborto. Aquellos comités bien pronto se convirtieron en una farsa. Las solicitudes de aborto iban invariablemente acompañadas de dos certificados extendidos por psiquiatra, manifestando que la mujer en cuestión tenía tendencias suicidas a causa del embarazo. Naturalmente, siempre que tenía una paciente que deseaba abortar, la enviaba a dos psiquiatras amigos míos. Estos extendían los certificados acostumbrados –una tarea rutinaria que no les llevaba más de cinco minutos- y cobraban los cien dólares acostumbrados. Yo enviaba los informes al comité que los revisaba les estampaba su sello y la paciente obtenía rápidamente el aborto solicitado. Los comités eran algo absolutamente vacío, invitaban al descrédito y al abuso de la ley, y cuando ésta fue abolida en 1970 se desbandaron. Otro dato ilustrativo sobre el llamado "aborto terapéutico" es el cambio que se produjo en 1976, cuando el Congreso aprobó una enmienda en virtud de la cual sólo podrían ser financiados con fondos públicos los abortos motivados por violación, incesto o porque estuvieran en peligro la vida de la madre. En pocos meses, el porcentaje de abortos sufragados por el Estado cayó a un 2%. Estaba claro que la inmensa mayoría de los abortos no respondían a ninguna "necesidad medica".

V. Los avances científicos me abrieron los ojos

Renuncié al cargo de director del "Centro de Salud Sexual y la Reproducción" a fines de 1972, no porque estuviera desilusionado del aborto o porque tuviera serias dudas, sino porque tenía demasiados compromisos, estaba minando mis fuerzas y me sentía casado. Cuatro meses después me pidieron que organizara y dirigiese el servicio de embriología y perinatología en el hospital St. Luke’s, uno de los más importantes de Nueva York, perteneciente a la Universidad de Columbia. Esta unidad engloba las disciplinas médicas que estudian el ciclo de vida, los hábitos, la psicología, la sensibilidad y la fisiología del feto.

Esta nueva rama de la Medicina ha sido posible gracias a los logros de ciertas tecnologías, como el ultrasonido, la inmunoquímica, el marcador de corazón de feto y otras técnicas muy complejas. Allí tuve ocasión de entrar en contacto con estos avances que han venido a arrojar luz sobre el obscuro campo de la vida del feto. Cuando era estudiante de Medicina en la Universidad de Mc Gill de Canadá, manejábamos un libro de texto conocido como Williams. Todavía hoy es un texto clásico en medicina. La edición que yo utilicé era 1947, hacía la octava y tenía 22 páginas dedicadas al feto, del total de 750 u 800 páginas de que contestaba el libro. Actualmente se encuentra en su decimosexta edición, publicada en 1980. Tiene 137 páginas sobre fisiología del feto y otras 127 sobre diagnósticos de enfermedades embrionarias, esto hace aproximadamente una tercera parte del libro, lo que es un índice de la importancia que ha cobrado el estudio del feto en los últimos ocho o diez años, desde que se constituyó la ciencia de la embriología. Desde que comprobé con absoluta claridad, gracias a nuevas técnicas, que el feto respira, que duerme con unos ciclos de sueño perfectamente definidos, que es sensible a los sonidos se ha comprobado que reacciona de distinta manera ante diferentes tipos de música, al dolor y a cualesquiera otros estímulos que ustedes y yo podemos percibir, me resultó insoslayable que el feto es uno de nosotros, de nuestra comunidad, que es una vida: una vida que debe ser protegida. Incluso mujeres que están decididamente en pro del aborto, cuando estén embarazadas y se someten a pruebas tales como un ultrasonido, saldrán impresionadas. Es tremenda la sacudida que se recibe al ver al feto tan cerca, en el monitor, moviéndose, respirando, chupándose el dedo o rascándose la nariz ya a los dos meses y medio o tres de vida. Es una revelación conmovedora, y estoy convencido de que pasar por esta experiencia se convertirá en el argumento más poderoso para detener la matanza. La falsedad de los lemas abortistas ¿Qué queda, pues, de los slogans abortistas?. Tomemos ése de la "Libertad de elección". Todos estamos a favor de la elección. Siempre y cuando, claro está, que la elección se auna elección ética. Si una de las alternativas no es éticamente aceptable, la elección no soporta el escrutinio: de hecho, no es una elección, y por tanto, la "libertad de elección" es lema vacío. Supongamos que estoy en quiebra: puedo elegir entre trabajar para pagar dinero, o robar un banco, o asaltarle a usted para quitarle la cartera; pero las dos últimas no son elecciones éticas. El del "derecho al dominio del propio cuerpo" es otro lema de gran atractivo. Hoy gracias a la inmunología, se sabe con absoluta certeza que el feto no es una gran parte del cuerpo de la madre. Los glóbulos blancos de la sangre son capaces de reconocer cualquier cuerpo extraño al organismo y de poner en marcha los mecanismos de defensa para destruirlo. Cuando el feto se implanta en la pared del útero, el sistema inmunológico materno reacciona para expulsar al intruso, pero, naturalmente, el feto está dotado de un delicado método de defensa ante esta reacción. En algunos casos la defensa no es tan eficaz como debiera, y el feto es expulsado y se malogra. Esto muestra que el feto no es una parte del cuerpo de la madre. Simplemente está ahí como huésped de paso y ella no puede disponer sobre él.

VI. "No soy un hombre religioso"

No soy un hombre religioso; de hecho no he estado en un templo desde los trece años. Pero si quiero decirles que hemos de detener ese proceso ineficaz y destructivo, cuyo resultado es una mayor disolución de la familia. Debemos reafirmar el amor entre nosotros, especialmente para el ser más pequeño e indefenso. Ahora veo el aborto como un mal, indefendible éticamente, a la luz de nuestros actuales conocimientos sobe el niño aún no nacido.

Dr. Bernard Nathanson
Extracto de la conferencia pronunciada por Bernard Nathanson en Canberra (Australia) en febrero
 de 1981, patrocinada por la Asociación Para el Derecho a la Vida.

martes, 19 de junio de 2012

CAMPAÑA POR LA VIDA


Minutos antes de enfrentar a River Plate, Patronato de Paraná, se manifestó a favor de la vida.
Compartimos una fotografía de la cual se nos ha etiquetado en facebook y agradecemos sigan difundiendo.
Participamos de dicha campaña con la entrega de calcomanías en nuestro colegio y dos parroquias. Continuamos trabajando por la vida.
Dios los bendiga

PECADOS CAPITALES



Los pecados Capitales
Son siete: Orgullo, Avaricia, Gula, Lujuria, Pereza, Envidia e Ira. 

Los pecados o vicios capitales son aquellos a los que la naturaleza humana caída está principalmente inclinada. Es por eso muy importante para todo el que desee avanzar en la santidad aprender a detectar estas tendencias en su propio corazón y examinarse sobre estos pecados.

Los pecados capitales son enumerados por Santo Tomás (I-II:84:4) como siete:

Orgullo
Avaricia
Gula
Lujuria
Pereza
Envidia
Ira.

San Buenaventura (Brevil., III,ix) enumera los mismos. El número siete fue dado por San Gregorio el Grande (Lib. mor. in Job. XXXI, xvii), y se mantuvo por la mayoría de los teólogos de la Edad Media. Escritores anteriores enumeraban 8 pecados capitales: San Cipriano (De mort., iv); Cassian (De instit. cænob., v, coll. 5, de octo principalibus vitiis); Columbanus ("Instr. de octo vitiis princip." in "Bibl. max. vet. patr.", XII, 23); Alcuin (De virtut. et vitiis, xxvii y sgtes.)

El término "capital" no se refiere a la magnitud del pecado sino a que da origen a muchos otros pecados. De acuerdo a Santo Tomás (II-II:153:4) “un vicio capital es aquel que tiene un fin excesivamente deseable de manera tal que en su deseo, un hombre comete muchos pecados todos los cuales se dice son originados en aquel vicio como su fuente principal”.

Lo que se desea o se rechaza en los pecados capitales puede ser material o espiritual, real o imaginario.


1. Soberbia u Orgullo

Consiste en una estima de sí mismo, o amor propio indebido, que busca la atención y el honor y se pone uno en antagonismo con Dios (Catecismo Iglesia Católica 1866)

Virtud a vencer:

Humildad

La virtud moral por la que el hombre reconoce que de si mismo solo tiene la nada y el pecado. Todo es un don de Dios de quien todos dependemos y a quien se debe toda la gloria. El hombre humilde no aspira a la grandeza personal que el mundo admira porque ha descubierto que ser hijo de Dios es un valor muy superior. Va tras otros tesoros. No está en competencia. Se ve a sí mismo y al prójimo ante Dios. Es así libre para estimar y dedicarse al amor y al servicio.

La humildad no solo se opone al orgullo sino también a la auto abyección (auto humillación) en la que se dejaría de reconocer los dones de Dios y la responsabilidad de ejercitarlos según su voluntad.


2. La Avaricia 

Inclinación o deseo desordenado de placeres o de posesiones. Es uno de los pecados capitales, está prohibido por el noveno y décimo mandamiento. (CIC 2514, 2534)

Virtud a vencer:

Generosidad

Dar con gusto de lo propio a los pobres y los que necesiten.


3. La Lujuria 

El deseo desordenado por el placer sexual. Los deseos y actos son desordenados cuando no se conforman al propósito divino, el cual es propiciar el amor mutuo de entre los esposos y favorecer la procreación.

Es un pecado contra el Sexto Mandamiento y es una ofensa contra la virtud de la castidad.

Como vencer la lujuria:

Dios bendijo al hombre y a la mujer con atracción mutua. Mientras ambos viven bajo el amor de Dios, sus corazones buscan el amor divino que es ordenado hacia darse buscando ante todo el bien del otro. El placer entonces es algo bueno pero muy inferior. En comunión con Dios se ama verdaderamente y se respeta a la otra persona como hijo o hija de Dios y no se le tiene como objeto de placer. En el orden de Dios se puede reconocer la necesidad de la castidad para que el amor sea protegido. Es necesario entonces conocer y obedecer el sentido que Dios ha dado a la sexualidad.

Pero el pecado desordenó la atracción entre hombre y mujer de manera que el deseo carnal tiende a separarse de propósito divino y a dominar la mente y el corazón. La lujuria crece cuanto mas nos buscamos a nosotros mismos y nos olvidamos de Dios. De esta manera lo inferior (el deseo carnal) domina a lo superior (el corazón que fue creado para amar). Cuando la lujuria no se rechaza con diligencia, el sujeto cae presa de sus propios deseos que terminan por dominarle y envilecerle.

La lujuria se vence cuando guardamos la mente pura (lo cual requiere guardarse de miradas, revistas, etc. que incitan a la lujuria) y dedicamos toda nuestra energía a servir a Dios y al prójimo según nuestra vocación. Si nos tomamos en serio nuestra vida en Cristo podremos comprender el gravísimo daño que la lujuria ocasiona y, aunque seamos tentados estaremos dispuestos a luchar y sufrir para liberarnos. Un ejemplo es San Francisco, quien al ser tentado con lujuria se arrojó a unos espinos. Así logró vencer la tentación.

Virtud a vencer:

Castidad 

Es la virtud que gobierna y modera el deseo del placer sexual según los principios de la fe y la razón. Por la castidad la persona adquiere dominio de su sexualidad y es capaz de integrarla en una sana personalidad, en la que el amor de Dios reina sobre todo.


4. La Ira 

El sentido emocional de desagrado y, generalmente, antagonismo, suscitado por un daño real o aparente. La ira puede llegar a ser pasional cuando las emociones se excitan fuertemente.

Virtud a vencer:

Paciencia

Sufrir con paz y serenidad todas las adversidades.

"Si buscas un ejemplo de paciencia encontrarás el mejor de ellos en la cruz. Dos cosas son las que nos dan la medida de la paciencia: sufrir pacientemente grandes males, o sufrir, sin rehuirlos, males que podrían evitarse. Ahora bien, Cristo en la cruz sufrió grandes males y los soportó pacientemente, ya que en su pasión "no profería amenazas; como cordero llevado al matadero, enmudecía y no abría la boca" (Hch 8,32). Grande fue la paciencia de Cristo en la cruz: "Corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús, que, renunciando al gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia" (Heb 12,2). -Santo Tomás de Aquino. Exposición sobre el Credo.


5. La Gula 

Es el deseo desordenado por el placer conectado con la comida o la bebida. Este deseo puede ser pecaminoso de varias formas:

1- Comer o beber muy en exceso de lo que el cuerpo necesita.
2- Cortejar el gusto por cierta clase de comida a sabiendas que va en detrimento de la salud.
3- Consentir el apetito por comidas o bebidas costosas, especialmente cuando una dieta lujosa está fuera del alcance económico
4- Comer o beber vorazmente dándole mas atención a la comida que a los que nos acompañan.
5- Consumir bebidas alcohólicas hasta el punto de perder control total de la razón. La intoxicación injustificada que termina en una completa pérdida de la razón es un pecado mortal.

Virtud a vencer:

Templanza

Moderación en el comer y en el beber. Es una de las virtudes. Vence al pecado capital de gula.

La virtud de la templanza conduce a evitar toda clase de exceso, el abuso de la comida, del alcohol, del tabaco y de las medicinas. Quienes en estado de embriaguez, o por aficción inmoderada de velocidad, ponen en peligro la seguridad de los demás y la suya propia en las carreteras, en el mar o en el aire, se hacen gravemente culpables (CIC 2290).


6. La Envidia 

Rencor o tristeza por la buena fortuna de alguien, junto con el deseo desordenado de poseerla. Es uno de los siete pecados capitales. Se opone al décimo mandamiento. (CIC 2539)

Virtud a vencer:

Caridad

La tercera y principal de las Virtudes Teologales. La caridad es el amor de Dios habitando en el corazón.


7. La Pereza 

Falta culpable de esfuerzo fisico o espiritual; acedia, ociosidad. Es uno de los pecados capitales. (CIC 1866, 2094, 2733)

Virtud a vencer:

Diligencia

Prontitud de ánimo para obrar el bien.